Madrugón que merece la pena. Este domingo amaneció fresco y
soleado, ideal para visitar los pueblos de la Sierra de Cádiz como en este caso
Grazalema, aunque para correr mejor hacerlo que pensarlo. Los 10.550 metros que
marcó mi GPS han sido de lo más duro que he corrido, principalmente por las
extensas subidas que no daban descanso a las piernas. Tras el primer km de
progresiva subida, tendría lugar una bajada de unos 5km, el resto hacia arriba.
A partir del segundo km se formó un grupo en cabeza de 7
atletas que pude ir siguiendo unos 200 metros atrás. Poco antes de llegar al
final de la bajada el grupo se fue desintegrando hasta que en la subida final
se impuso el isleño Israel Parazuelo para llegar a meta en 37,43 min (a 3,35 el
km). Muy cerca llegó Raúl Guerrero del CA Algodonales y un minuto después José Domingo Romero. En féminas venció María Ramírez de Acebuche con un tiempo de
49,20 min (a 4,41 el km), seguida de Amelia Salas del CAO, Virginia Carrasco y la chiclanera Lucía
Guerra.
Sabía que la primera subida era muy dura y tenía entendido que luego tendría una "subidita final". El comienzo fue cierto y tras el disparo de salida comenzó la subida por la calle Nueva, a pasitos cortos e intentando no hacer mucho esfuerzo salí en cabeza. Cuando algunos se comenzaban a distanciar, mis cuádriceps se iban engarrotando y enlentecían mi zancada. Tras el ansiado giro hacia la carretera a la altura del camping no me esperaba que la pendiente fuera aún más acentuada, ya me entraron ganas de pararme a andar. Aún así seguí hasta la carretera, donde empecé a bajar con una sensación de gran sobrecarga en las piernas.
Alegría que me dio la bajada donde pude recuperarme, coger
ritmo y mejorar puestos, pasando de nuevo por la zona ambientada de la plaza
España para salir del pueblo y continuar la bajada. En solitario en todo
momento seguía viendo al grupo de cabeza tras la policía, ya a casi un km de
distancia. En una pequeña subida me alcanzó el isleño Vicente al que tan solo
pude seguir una cuesta. Hicimos un anecdótico giro campechano en mitad de la
carretera para volver, donde 4 hombres sin peto organizativo ni nada parecido
nos dijeron “aquí os giráis”, al menos un conito no hubiera estado nada mal. Mal me está acostumbrando la organización de Chiclana.
A la vuelta miré el pueblo a lo lejos y en alto, luego miré el GPS y supe que me esperaban unos 5km
sólo para valientes. 2 atletas de clubes de Algar y Ubrique se unieron a mí y
nos acompañamos durante un buen tramo. Juntos nos quejamos de algunos coches
que nos fuimos encontrando por el camino, ya que no habían cortado el tráfico. Necesitaba
algo llano pero sólo subíamos, así que cuando comenzó la fuerte subida ambos
mostraron ser atletas de la sierra, no pude aguantar sus ritmos y me descolgué.
Para mi sorpresa, la meta estaba más cerca de lo que creía ya que hubo un
desvío trayecto de vuelta. Los ánimos de Periko, María, Vero y el público
presente me dio el último empujón. Al final 42,09 min (a 4,00 el km), 11º de la
general y 1º en senior A, lo que me valió una medalla y ¡una paletilla de
jamón! Como para no perdonar así la fría ducha con agua de la sierra, jeje.
Mi compañero Fran Calle venía de competir el día anterior en
la Milla Puertorrealeña, donde mejoró su tiempo a 5,30 min. Muy pocos después
de eso se atreverían con esta carrera. Coincidió conmigo en la enorme dureza de
las cuestas y fue acompañado en algún tramo, pero demostró estar mejorando su forma y
completar el recorrido en condiciones con un tiempo de 50,11 min (a 4,45 el km),
55º de la general y 11º en la categoría.
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